"[...] El desánimo, la maquinaria torpe de las horas y las visiones superpuestas a modo de transparencias sobre visiones comunes constituyen el material de fondo de El precio de los días. El golpe de unas bolas de billar, el horizonte móvil del pasado, o una avioneta que rasga el cielo de una mañana de agosto, se convierten en ocasiones privilegiadas para meditar un sentido último, la ficción de un comienzo o el sesgo inesperado de una fecha sin importancia [...]
Diario 16, Suplemento Cultural (5 de marzo de 1992)
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